La música radiofónica
La percepción de las
formas sonoras musicales constituye una multiplicidad de sensaciones. Como
fuente de imágenes auditivas, el simbolismo de la música encuentra en la radio
su auténtica caja de resonancia, su auténtico ámbito perceptivo: la música como
todo arte, es bella porque logra evocar las imágenes que están dormidas en
nosotros.
Si la música ha sido
estudiada siempre como función artística, autónoma de otras artes, con
independencia del sistema comunicativo que canalizase la transmisión de su
información, todo estudio de la música radiofónica ha de tropezar
necesariamente con alguna indefinición.
A pesar de que,
potencialmente, la componente de originalidad de un mensaje musical puede ser
casi ilimitada, estructuras particulares de género y códigos comunicativos
delimitan el desequilibrio existente entre originalidad y previsibilidad,
haciendo posible la construcción de la relación afectiva entre el oyente y el
mensaje musical u objeto de percepción, como traducción de la función
comunicativa y expresiva de la música. Tales estructuras modifican su aspecto
significativo en relación también con las peculiares características del
sistema semiótico que en cada caso, según sea el código expresivo de la
realidad espectacular en que se representa (cine, radio, teatro…), actúa sobre
la música imponiendo algunas “de/formaciones”. Surgen así, como géneros y
códigos musicales distintos, l música cinematográfica, la música radiofónica,
la música de ópera, etc. la estructura física del lenguaje musical es siempre
la misma, pero el repertorio de influencias recíprocas entre código expresivo
particular y música deriva en distintas funciones estético-comunicativas y en
un conjunto de relaciones significativas diferenciado.
Aunque la “logosfera” de
la radio contiene un universo más próximo y natural
―el universo de la palabra―, la música está considerada como la más pura
personificación de la radio. Si los distintos soportes y medos de reproducción
sonora han influido en los últimos treinta o cuarenta años en la concepción de
un nuevo lenguaje musical, la radio ha sido la más beneficiada de estas
influencias. Como lenguaje de imágenes sonoras, el lenguaje radiofónico ha
reforzado el simbolismo del lenguaje musical. Y viceversa: a través de la
música, el lenguaje radiofónico ha sabido expresar y comunicar a los oyentes el
mayor caudal de imágenes auditivas posible: la radio como arte acústico puro
está más íntimamente unida a la música que a ls otros artes acústicos como el
cine o el teatro.
La tecnología de la “alta
fidelidad” de la reproducción sonora atenúa hoy de tal manera el proceso de
“de/formación” de la estructura original de una forma sonora que la expresión
musical a través de la radio tropieza con muy pocas limitaciones técnicas.
El valor específico de la
música en la radio, sin embargo, no hay que buscarlo en la mayor o menor
adecuación de unos determinados géneros o estilos musicales a las
características de la radio como medio de difusión. Hemos de integrar el valor
simbólico y significativo de la música en el sistema semiótico del lenguaje
radiofónico como un elemento expresivo más y analizar sus distintas
manifestaciones.
Armand Balsebre
(Fragmentos) El lenguaje radiofónico, Cátedra, 2000