sábado, 17 de septiembre de 2011

Familia, Fútbol, Tango


Hacia 1940 la radiofonía argentina ya había alcanzado un importante desarrollo económico y un impacto comunicativo incomparable. La campaña electoral de 1946 tuvo a la radio como escenario de difusión de las ideas políticas, convirtiéndose en herramienta de propaganda y de construcción de la opinión pública, no siempre bien vista por todos.
El radioteatro continuaba ganando adeptos, en especial por parte del público femenino que seguía fielmente las voces y peripecias sentimentales de Oscar Casco, Hilda Bernard, Susy Kent, Rosa Rosen, Eduardo Rudy, Jorge Salcedo o Julia Sandoval, con guiones de Abel Santa Cruz, Nené Cascallar y María del Carmen Martínez Paiva.
En 1940 debuta Niní Marshall con Cándida y Catita, iniciadoras de una extensa lista de personajes que se tornarían inolvidables. Tres años más tarde la Dirección Nacional de Radiodifusión prohibirá sus actuaciones por considerar que “tergiversaban el correcto idioma”. Niní volverá a la radio en 1954.
A propósito del humor, en 1944 salía al aire por primera vez Felipe, el célebre personaje de Luis Sandrini, que tendría una vigencia ininterrumpida de veintitrés años, secundado por Juan Carlos Thorry, Tincho Zabala o Magacha Gutiérrez, entre otros. Diversas figuras protagonistas de la risa fueron también Pepe Arias, el dúo Buono–Striano, Juan Carlos Mareco (a) Pinocho y Pepe Iglesias (a) El Zorro.
Los programas musicales continuaron siendo un número fuerte, aunque volcados por entonces hacia géneros más populares que la música clásica. Las orquestas típicas, las de jazz, los solistas de moda y hasta el recitador eran los ingredientes esenciales de un buen show radiofónico. Son además años de crecimiento del folklore. Antonio Tormo, que en 1937 integraba La tropilla de Huachi Pampa, imponía el gusto mayoritario en su programa El Fogón de los Arrieros.
Enrique Santos Discépolo, en tanto, con su personaje Mordisquito se convertía en un emblema incuestionable de la época, a través del diálogo imaginario con ese personaje que no reconocía las conquistas sociales del peronismo. El ciclo, de gran éxito, se vio interrumpido con la muerte del autor ya concluida esta década en la que el Estado Nacional había recuperado todas las licencias de manos privadas y extendido la creación de nuevas emisoras en el interior del país.

sábado, 10 de septiembre de 2011

De entretenimiento a lo social

Expresión social de la radio

Indudablemente la radio surgió bajo el impulso vital de una consigna de muchos que de un extremo a otro del mundo ansiaban la novedosa comunicación a distancia. La radiotelefonía demostró su valor y ventajas como medio de educación, comunicación y propaganda. Se advirtió simultáneamente, que la palabra hablada era en ciertos casos, más convincente que la escrita y que se integraba directamente en la mente de los oyentes.

Si resulta difícil ubicar con certeza las fechas históricas de ciertos acontecimientos que cambiaron el ritmo y el cariz de la vida de miles de personas, con el nacimiento de la "afición radiotelefónica" esa duda no existe: fue el 27 de agosto de 1920, en Buenos Aires.

No pareció ser más que un entretenimiento; un juego que utilizaba el invento de Guillermo Marconi para transmitir y recibir a través del éter las ondas hertzianas, pero el tiempo transformó el hobby de los llamados 'locos de las azoteas" en algo imprescindible en los hogares. Los receptores presidieron las mesas de muchas familias con su música, sus noticias, sus radioteatros, sus cómicos, sus partidos de fútbol y sus obras teatrales transmitidas directamente desde los escenarios porteños.

Tras el advenimiento de la radiotelefonía comercial la actividad radiofónica cobró creciente importancia y los acelerados progresos técnicos trajeron un marcado mejoramiento de las transmisiones, tanto en nitidez como en alcance. Surgieron entonces, programas de verdadera repercusión entre el público y ya para fines de la década del 20 y durante toda la siguiente, la radio alcanzó una popularidad inimaginable pocos años antes.

Las transmisiones comenzaban por la mañana y se prolongaban hasta pasada la medianoche en un permanente contacto con el oyente, a punto tal que hubo noticias y avisos comerciales que llegaron a ser arquetípicos, con una modificación en los usos y costumbres que afectó los hábitos personales e hizo que la gente se lavara los dientes tres veces por día con tal o cual dentífrico, o usara un jabón para la ropa; otro para higienizarse y un tercero en escamas para la ropa interior, recomendados por estrellas y astros del cine o bien por los propios locutores. Los niños, por su lado, debieron tomar su leche Toddy o Cocobay mientras escuchaban las aventuras de Tarzán.

Edgardo J. Rocca
Fragmento del artículo que fue publicado en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires”  (N° 9 y 10, Mayo y Julio de 2001, respectivamente), que autorizó su reproducción a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.