miércoles, 31 de agosto de 2011

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA AGENDA TEMÁTICA

AGENDAS: TEMÁTICA VS. PROBLEMÁTICA
(¿De qué habla la gente?)

Esta mañana en el tren, ¿de qué hablaba la gente? (...) ¿Cómo se arma la agenda temática de la gente? Y también: ¿por qué lo hace?,¿desde qué marco teórico?, ¿cuáles son las ideas/fuerza de sus discursos?, ¿qué "valores" o "disvalores" le atribuyen a determinados hechos o personas?
Ante cada uno de estos interrogantes cobra relevancia la acción que despliegan los medios de comunicación. Aun cuando no adscribamos a las teorías que les asignan un poder omnímodo (y perverso) sobre las conductas de la gente, negarse a ver sus intencionalidades resultaría un hecho de ingenuidad inexcusable.

Expresado de otro modo, no postulamos el carácter absolutamente manipulador de los medios, pero tampoco podemos ignorar un cierto tipo de incidencia sobre la comunidad y sus formas de conocimiento cotidiano. Esa incidencia se refleja en los modos de percibir y organizar el entorno por parte de la gente, así como en la dirección e intensidad de su atención.

La actividad comunicativa medial produce la jerarquización o el relegamiento temático en virtud de su tarea selectiva. De este modo, el fenómeno de la opinión pública se construye tanto por el libre intercambio de sentidos fundado en la capacidad dialéctica de los individuos, cuanto por la presión ejercida desde los medios en términos de la valorización/desvalorización que proponen.
Bernard Cohen ya lo explicitó respecto de la prensa:

(...) en la mayoría de las ocasiones no tiene éxito diciendo a la gente cómo ha de pensar, pero continuamente tiene éxito diciendo a sus lectores sobre qué han de pensar.

El proceso se logra a través de la presencia destacada, constante, pública y masiva de ciertos temas, que terminan instalándose en la discusión cotidiana de la audiencia. En definitiva, la agenda pública está fuertemente prefigurada por el discurso de los medios.Y, aunque resulte obvio, conviene alertar sobre los riesgos de estos procedimientos que pueden constituirse en recursos distractivos o distorsionantes de temáticas genuinamente prioritarias.

Haye, Ricardo, Noticias de un medio cautivante. Otro siglo de radio.(Fragmentos) La Crujía Ediciones

sábado, 27 de agosto de 2011

Antonio Carrizo



Maestro de la locución, animador y periodista, fue testigo y protagonista de pasajes memorables de la radio argentina y uno de los pioneros de la televisión.
 

Antonio Carrizo. Bienvenido Sábado (1965)
Su historia se inicia en General Villegas, su pueblo. Comenzó a trabajar en una propaladora, como viajante propagandista. En un camioncito con altoparlante y promocionaba “Mejoral” y otros productos por los pueblos. Poco después de cumplir con el servicio militar, llega a Buenos Aires y comienza a trabajar en Radio del Pueblo y Radio Belgrano. Junto a Beatriz Taibo oficiaban como "locutores fraseros". En un reportaje realizado por Marina Zucchi, Antonio Carrizo recuerda: "En la tanda Beatriz decía: ‘Tránsito parado, ¿Qué habrá pasado?’, y yo respondía: ‘Habrá pasado una chica Sunlight’. Luego recuerda algunos de los slogans: ‘Hola, qué tal, amigos de Mejoral’, ‘Sea más hermosa esta noche, use jabón Lux’…”.
 
En 1949, Julio César Barton le toma una prueba y comienza a trabajar en Radio El Mundo de Buenos Aires. En poco tiempo se convierte en jefe de programación. Allí se relacionaría con Ignacio de Soroa, Luis Sandrini, Tita Merello y Niní Marshall, entre muchos otros. En 1966, comienza a trabajar en Radio Rivadavia, la nueva meca de la radiofonía argentina, donde se encontraban los mejores: Rubén Aldao, Juan Carlos Mareco y Jorge Fontana. Inicia un programa legendario, “La vida y el canto”, que se mantuvo dos décadas en el aire. En este programa Carrizo entrevistó a las personalidades más destacadas de la época, entre ellas a Jorge Luis Borges. Los textos de estas entrevistas que luego originarían el libro “Borges, el memorioso”.

Antonio carrizo participa desde su inicio de la televisión argentina En los ’50 se incorpora como locutor a Canal 7. En 1964, Alejandro Romay lo invita a conducir "Sábados Continuados", por Canal 9, donde presenta a los ídolos musicales del momento: Palito Ortega, Violeta Rivas, Johny Tedesco, Lalo Fransen, Nicky Jones y Chico Novarro, entre muchos otros. Al año siguiente, el éxito se repite con “Bienvenido sábado” –se emite por Canal 7, de 14 a 20 hs. Por su escenario, no sólo pasan los consagrados en el Club del Clan sino también artistas de todas las tendencias: Raúl Lavié, Los TNT, Mr. Chasman y Chirolita, Zulma Faiad, Horacio Guarany, Los Iracundos y Rolo Puente, por mencionar muy pocos. En ese mismo canal, durante los ’70, junto a Magdalena Ruiz Guiñazú, conducirá "La Primera de la Noche", un ciclo periodístico de altísima audiencia. En los ’80 condujo recordados programas como "Polémica en el Fútbol" y fue partenaire de Juan Carlos Calabró, en el sketch “El Contra”. También participó de proyectos cinematográficos: El barro humano (1955), El noveno mandamiento (1962), 2. Muchachos impacientes (1965) y Puerta 12 (2008) –entrevistado.
 
Su trayectoria lo hicieron merecedor de numerosos premios: Martín Fierro; el Premio Cortázar de la Cámara Argentina del Libro; la Cruz Isabel la Católica de la Embajada de España y el título de Caballero de la República Italiana".

www.argentina.ar

Historia de la Radio en la Argentina (1950-59)



Desde 1950 hasta 1959


Los años 50 corrieron paralelos al nacimiento de la TV, que sería con el andar del tiempo y antes de conformar cada medio su público, su principal competidora. Así fue como Radio Belgrano pasó a ser LR3 Radio Belgrano Televisión.
La muerte de Evita dejó testimonios en la radiodifusión. Durante los 16 días siguientes no se escuchó más que música sacra y se impuso la costumbre de evocar la hora del deceso con la expresión: "Son las 20.25, hora en que Eva Perón pasó a la inmortalidad."
En octubre de 1953 el Parlamento promulgó la Ley 14.241, la primera en el campo de la radiodifusión sancionada con el Congreso en funcionamiento.
Esta década centró su atención en la programación familiar. Los Pérez García será uno de los productos de mayor audiencia del horario nocturno y conservará ese lugar de prestigio durante muchos años. La clase media argentina aprendió así a “ver” sus propios conflictos cotidianos a través de la radio y le entregó su fidelidad. La audición de Jabón Federal por Radio Belgrano, se centró también en esta franja de público, alcanzando el primer lugar en la preferencia de los oyentes.
La música de entonces se focalizó en el folklore (con propuestas como El Rancho 'e la Cambicha) y fundamentalmente en el tango, que consagraba a intérpretes populares como Alberto Castillo. Alejandro Romay, por su parte, animaba Lluvia de estrellas, el que a su vez competía con Una cita con el tango y Mundo de tango.
Los programas cómicos, que ya habían consolidado un camino en décadas anteriores, se impusieron con holgura. Son los años de Los cinco grandes del buen humor (con Rafael Pato Carret, Jorge Luz, Juan Carlos Cambón, Zelmar Gueñol y Guillermo Rico), de La Revista Dislocada de Delfor Discasolo y Aldo Cammarota en Radio Argentina (el primer programa donde la publicidad se integraba al clima risueño y chispeante de la audición).
El radioteatro, en tanto, pugnaba por conservar su audiencia femenina, que comenzaba a serle disputada por la televisión. A los nombres de los guionistas de la década anterior, se sumaron los de Alberto Migré, Celia Alcántara y Alma Bressán.
El deporte sumó también nuevas voces y estilos: Fioravanti, el campechano Lalo Pelliciari y Luis Elías Sojit con su programa de automovilismo: Coche a la vista.
La modificación tecnológica más importante se sitúa en 1956, con la llegada a la Argentina de las primeras radios portátiles a transistores, hecho que volvería a modificar las condiciones de escucha. Así el aparato receptor se desplazaría con el oyente, fortaleciendo las condiciones de fidelidad, ya sea a una emisora o a una voz en particular.
A partir de 1957, con la nueva reglamentación de la radiodifusión, el medio entró en un terreno complejo. La censura y el cuidado de los contenidos en los programas se convirtieron en una práctica frecuente.

sábado, 13 de agosto de 2011

Historia de la Radio en la Argentina (hasta 1940)



Desde el inicio hasta 1940





Pelea Firpo-Dempsey
















Ya en esa primera década de su historia, la radio ofrecía de manera incipiente los géneros y formatos que la habrían de caracterizar posteriormente. En 1921, la transmisión de música clásica se convertía en un hecho de frecuencia casi diaria. Al año siguiente, la noticia cotidiana ganaba espacio con la transmisión en vivo de la asunción de Marcelo T. de Alvear como presidente de la República.  En septiembre de 1923 entraba el boxeo, con la célebre "pelea del siglo" entre Luis Ángel Firpo (a) El Torito de las Pampas y Jack Dempsey desde el Polo Grounds de Nueva York y en octubre del año siguiente lo hacía el fútbol, con un partido disputado por uruguayos y argentinos. Alrededor de esa fecha también –algunos estudiosos señalan que un poco antes– se ponían al aire los primeros reclames (el galicismo denominaba así a los avisos publicitarios). Hacia el final de la década nacía el radioteatro, cultor inicial de la vertiente criollista y nativista de delgado hilo argumental, centrado en canciones y payadas. 

Sonidos para un radioteatro
Oscar Casco, actor de radioteatros
El origen se atribuye hoy a Francisco Mastandrea con La caricia del lobo, éxito que continuará Andrés González Pulido con su conjunto Chispazos de tradición y que luego concretará expresiones más rigurosas con dramas históricos y escenas nativas de Arsenio Mármol y Héctor P. Blomberg.
A la pionera Radio Argentina, se sumarían en breve: Radio Cultura, Radio Sud América, LOU Radio Brusa (hoy Excelsior), Radio Libertad (hoy Mitre), Radio Casa América, Radio Grand Splendid (hoy Splendid) y Radio Nacional (luego Belgrano). En 1924 surgía en Rosario "la primera emisora cerealista del país", mientras se producía una de las innovaciones tecnológicas más radicales: la introducción de los parlantes, modificando sustancialmente las condiciones de escucha. El aparato receptor se ganaba así un lugar importante en el hogar, reuniendo a su alrededor a la familia entera. En tres años, el número de aparatos había crecido de manera sorprendente y surgían ya los primeros conflictos que llevaron a reglamentar la frecuencia de emisión entre 1925 y 1929.
Los años 30 acentuarán esta tendencia a la expansión. Al éxito de Splendid y Belgrano se suma Radio El Mundo en 1935 con un edificio monumental de siete estudios y dos auditorios, mientras el empresario Jaime Yankelevich crea desde Belgrano las primeras transmisiones en cadena. Las revistas especializadas: La canción moderna y Radiolandia dan cuenta de este auge.
Tito Martínez Delbox
A la vez el radioteatro amplía su temática extrayendo asuntos de la producción folletinesca, donde abundaban huérfanos, madres solteras, grandes villanos y amores imposibles pero eternos. Por su parte, hacia fines de la década, el deporte había consolidado su audiencia y Alfredo Aróstegui ponía al aire El Relato Olímpico, en tanto que Tito Martínez Delbox creaba Gran Pensión El campeonato que mantendría su vigencia por más de diez años. Las voces de Horacio Belbo y Ricardo Lorenzo "Borocotó" con sus relatos de fútbol y boxeo atrapaban a la audiencia de entonces.
El público se segmentaba de acuerdo con la edad, el sexo y la extracción social. Crecía por entonces el género infantil, mientras se posicionan las historias policiales y la comedia breve para el gusto adulto.
En 1937 inició sus transmisiones Radio del Estado desde el entrepiso del Palacio de Correos y Telégrafos y sin emitir publicidad comercial. Ante la demanda de un aporte mayor a la cultura, llevó adelante un proyecto innovador para la época: la "Escuela de aire", que permitía la escucha de programas elaborados por el Ministerio de Educación en todos los establecimientos públicos del país.

sábado, 6 de agosto de 2011

Los Pérez García

'LOS PÉREZ GARCÍA', UN CICLO QUE HIZO HISTORIA.

A LO LARGO DE 25 AÑOS, LOGRÓ UNA EXTRAORDINARIA IDENTIFICACIÓN CON EL PÚBLICO. EL RECUERDO DE NINA NINO.

Surgieron en Radio El Mundo en la década del 40. Era una familia radiofónica que reflejaba la vida de una familia real: el matrimonio, un hijo varón y una hija mujer, todos con los problemas cotidianos de la clase media. Con los años se sumaron destacados personajes que también lograron gran repercusión. Comenzaron al mediodía, luego pasaron a la noche y se convirtieron en un nombre propio de la historia de la radiofonía local. Acuñaron una frase que todavía hoy se escucha: "Tiene más problemas que los Pérez García".

Dentro del género de la ficción radiofónica, "Los Pérez García" figuran en un lugar preferencial. El fenómeno identificatorio que provocaba en la audiencia resulta todavía hoy inédito. Todo lo que sucedía en esa familia era compartido por una audiencia que, a partir del momento que sonaba el teléfono y la voz de uno de sus integrantes respondía: "Sí, usted está hablando con la casa de los Pérez García", no se perdía detalle de lo que acontecía en cada capítulo muy breve, apenas 15 minutos diarios.

Escuchar a "Los Perez García" producía en cada familia prácticamente un ritual (la TV aún no existía), con todos sus integrantes reunidos alrededor del receptor para reírse, emocionarse, entretenerse o preocuparse con los avatares que atravesaba cada uno de los personajes. El ciclo permaneció en el aire 25 años (de 1942 a 1967) y comenzó en los mediodías con libretos de Oscar Luis Massa, pero cuando éste se convirtió en director general de la radio de Editorial Haynes tomó la posta Luis M. Grau, quien sobre los lineamientos de Massa logró los años de mayor éxito del ciclo, que coincidieron con su pase a la franja nocturna.

En ese horario, Radio El Mundo, desde sus espléndidos estudios de Maipú 555, ofrecía un incomparable combo que se prolongó durante diez años: a las 19.30, "¡Qué pareja!", el ciclo de Blanquita Santos y Héctor Maselli; a las 19.45, un espacio musical con "Héctor y su Jazz"; a las 20, el recordado "Glostora Tango Club", y a las 20.15, "Los Pérez García", con el auspicio de Mejoral.

La familia Perez García estaba conformada por don Pedro (Martín Zabalúa), doña Clara (Sara Prósperi) y sus hijos Raúl (Jorge Norton) y Luisa (personaje iniciado por Perla Black, a quien siguieron Celia Juárez y Pepita Férez). Con el tiempo, Raúl se casó con Mabel (Nina Nino), que había ingresado en la casa como mucamita, pero que siempre fue tratada como una hija más. De esa unión nacieron Clarita (interpretada por Marta Patiño y María de los Angeles Ibarreta) y Pedrito (Martín Zabalúa nieto y Norberto Suárez). Luisa se casó con Tito (Julián Bourges), que fueron padres de Cachito (Gloria Lopresti y, luego, Emilio Comte). Los amigos de la familia eran Castilla (Gustavo Cavero), compañero de don Pedro en la compañía de seguros, y su esposa Catalina (Esperanza Otero). Cuando Zabalúa murió en 1955, el autor no reemplazó al personaje de don Pedro, Clara se convirtió en viuda y apareció el tío Juan (Alfredo Marino), hermano de Pedro, erigido en gran consultor familiar. Vale recordar que Martín Zabalúa fue el padre de Tincho Zabala.
El testimonio de Nina Nino

Tras una larga búsqueda, LA NACION dialogó telefónicamente con Nina Nino, que hoy reside en Mar de Ajó. "Yo participé durante 20 años, desde 1947 a 1967, recreando a un personaje que pergeñó especialmente el autor para mí. Comencé casi siendo una niña: tenía 13 años y todavía mi abuelita me iba a buscar al colegio. Pero yo trabajaba desde los cinco años con la actriz Julia de Alba, que fue quien incorporó a Alfredo Alcón a su compañía y lo hizo debutar con ella en Radio El Mundo", relata Nino.

- ¿A qué atribuye el éxito de esta familia?
A que era como cualquiera de las familias de ese entonces. Se vivía de otra manera, con otros códigos, otra moral, y cada uno de los que escuchaba el programa se veía reflejado en los personajes. Además, siempre había una moraleja, un consejo que se daba al final de cada capítulo, pues el programa era unitario. Después los episodios se hicieron semanales y la trama se resolvía de lunes a viernes, pero siempre quedaba una enseñanza. Nos dábamos cuenta que el oyente encontraba el camino por seguir gracias al programa. Un padre le quería explicar algo a su hijo y no sabía cómo hacerlo, hasta que el ejemplo lo encontraba en nuestro programa, en las palabras de don Pedro. Allí estaba la solución para los problemas de la vida real.

- ¿Cuál era la rutina del programa?
Interiorizarnos con el libreto y al menos leerlo una vez para saber lo que teníamos que decir, porque nos reuníamos a las 19.45 y el programa salía al aire a las 20.15. En ese tiempo dialogábamos con los locutores, que eran verdaderos genios: Cacho Fontana, Antonio Carrizo y Susy Morales, que tenía muy buena voz, era muy linda y nos contaba chistes antes de salir al aire. El programa duraba 15 minutos, pero con la presentación, el copete y despedida final, de libreto se reducían a diez. Y siempre estábamos atentos a las señas de un maestro de los efectos de sonido, Nicolás Catalán. Los que integrábamos ese elenco no éramos solo conocidos, sino una verdadera familia.

- ¿Cómo vivieron la repercusión que tenía el programa?
Por la gente en la calle, por la que nos esperaba en el hall de la radio, por las cartas que recibíamos. Recuerdo que con el casamiento entre Mabel y Raúl, en 1955, se organizó un concurso para ver qué día se casaban y en ese momento recibimos montañas de cartas. A la fiesta de casamiento vinieron Alcón, Angelito Labruna, Blanquita y Héctor, mucha gente conocida, pero como fue el año de la Revolución Libertadora y la Gendarmería estaba adentro de la radio, el público no podía asistir a ninguna transmisión. Lo más trascendente ocurrió con la muerte de Martín Zabalúa, que dejó un doble dolor, el nuestro y el de la audiencia, porque la gente se acercaba en multitudes a la radio para darnos las condolencias. Por eso no fue reemplazado.

- ¿Cuál es su ocupación hoy?
Manejo una especie de minimercado en Mar de Ajó, cerca del muelle y a 80 metros del mar. Desde 1967 vivo en esta ciudad. Cuando terminaron "Los Pérez García" yo estaba haciendo en TV "Mujeres en presidio", de Alberto Migré, con María Aurelia Bisutti, Jorge Mistral y Susana Campos. Allí personificaba a Sor Clorinda.

- ¿Qué anécdotas relacionadas a su personaje recuerda?
Hay muchas mujeres, ya grandes, que se llaman Mabel por mi personaje. Y una vez, en plena gira, que hacíamos en un pequeño colectivo, parecido a uno de línea, terminamos de hacer la función de la noche cerca de Santa Fe, y en la mitad del camino nos paró la policía caminera. La mayoría dormía porque teníamos que llegar al otro pueblo para realizar una nueva función. El agente de la caminera se acercó y le preguntó al chofer: «Perdóneme, ¿es verdad que en este colectivo viajan los Pérez García? ¿Podríamos verlos?» Tuvimos que despertarnos todos y saludar a la policía. Y con motivo de mi casamiento radiofónico con Raúl recibimos infinidad de regalos. Todavía recuerdo una biblioteca muy linda y un par de sillas. Una se la quedó Jorge Norton y otra yo. Está guardada en mi negocio.

- Algunos de los personajes utilizaban latiguillos.
Lo más característico era que a Raúl le gustaban mucho las milanesas y siempre las robaba cuando las estábamos friendo, por eso siempre lo retábamos. Después, por ejemplo, él decía: "¿No hay pan fresco?" "Sí -le contestábamos-, hay pan fresco, pero para el almuerzo. A la mañana hay que comer las tostadas para aprovechar el pan de ayer." El slogan importante era el saludo telefónico del comienzo. Un día, por hacerle un chiste a la locutora por su cumpleaños, Zabalúa dijo: "Sí, Susy, esta es la casa de los Pérez García", y desde ese día llegaron cientos de cartas de oyentes pidiendo que los nombraran. Un muchacho del control central tenía a su hijo enfermo y debía ponerse una inyección tres veces por semana y sólo se la dejaba dar si nosotros lo mencionábamos en el programa. Así que todos los días nombrábamos a tres o cuatro personas.

Por Alicia Petti
Fuente: diario "La Nación"
´Más información: www.lanacion.com.ar


Radio y lingüística

La política lingüística del Estado argentino en la radiofonía
(Fragmentos)


El 10 de junio de 1943, el Director General de Correos y Telégrafos, el teniente coronel Aníbal F. Imbert, nombrado por el gobierno militar presidido por el general Pedro P. Ramírez, envió a los propietarios de las estaciones de radiodifusión una circular donde les solicitaba su cooperación para que se diera cumplimiento riguroso, sin excepción alguna, de las disposiciones referidas a las transmisiones radiotelefónicas insertas en la tercera edición de la Colección de Disposiciones Vigentes Nº 23 B, titulada "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión", que regulaban, entre otros aspectos, el uso del idioma, en especial en "Rellenos o números carentes de valor artístico" (título VII), "Canciones y letras cantables" (título VIII) y "Obras de teatro y similares" (título IX).
Por otra parte, el gobierno militar creó el Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones, que hizo depender de la Dirección de Telecomunicaciones y que constituyó con dos organismos de revisión y asesoramiento técnico, el Consejo Ejecutivo y el Consejo Asesor. El Consejo Ejecutivo fue integrado por funcionarios de esa Dirección, tres de ellos especialistas en lingüística e historia, dos en música y dos en técnica de las transmisiones. A este Consejo se le otorgó la función de organizar la lectura, análisis y juicio de las obras teatrales, conferencias, charlas, disertaciones, comentarios de cualquier índole, textos comerciales y letras para música que se irradiasen en todo el país. Al mismo tiempo, se dispuso la prohibición de que este material se difundiera sin la previa visación del Consejo, es decir que el organismo fue creado para ejercer la censura previa. El Consejo Asesor, que actuaría presidido por el Director de Telecomunicaciones, fue integrado con representantes de instituciones que estuvieran dispuestas a colaborar "ad honorem" y tuvo la función de expedirse -en un plazo de cinco días- sobre la obra y material de transmisión que sometiera a su juicio el Consejo Ejecutivo o el Director de Telecomunicaciones.
Dentro de una política de estricto control de la radiofonía, la Dirección de Correos y Telégrafos decidió no dar curso a los expedientes presentados durante el gobierno de Castillo, relativos a pedidos de concesiones o permisos para explotar nuevos servicios o modificar los ya concedidos, y canceló la licencia de Radio Mitre y de Radio Rivadavia, bajo el argumento de que habían cedido la explotación a terceros.
La circular enviada por el Director General de Correos y Telégrafos, que solicitaba con un tono diplomático la colaboración de los dueños de las radioemisoras pero que encubría un modo de intervención imperativo para el ámbito nacional que actuaba en un entorno lingüístico específico, la radiofonía, focalizaba algunos títulos de las "Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión". En lo referido al uso del idioma, se trataba del título VII, art. 1º, inciso c.:

Evitar el uso de modismos que bastardean el idioma y, en particular, lo relacionado con la comicidad de bajo tono que se respalda en remedos de otros idiomas, equívocos, exclamaciones airadas, voces destempladas, etc. que está prohibido en el título VII, Art. 1º, inciso c.8

La circular hacía hincapié en el cocoliche ("remedos de otros idiomas"), que era representado de modo negativo al ser asociado a "modismos que bastardean el idioma", es decir que lo apartaban de su pureza, y a "comicidad de bajo tono". Asimismo, "remedios de otros idiomas" funcionaba como un equivalente aproximado de "equívocos, exclamaciones airadas, voces destempladas", de modo tal que era asimilado al doble sentido ("equívocos"), una emotividad alterada ("exclamaciones airadas") y la falta de mesura (voces destempladas").

Por otra parte, la circular afirmaba:

Como normas generales se hace saber a Ud.:
1º- Que en toda clase de transmisiones, sin excepción alguna, debe cuidarse con rigurosa escrupulosidad una absoluta corrección en el empleo del idioma castellano, evitando toda palabra del 'argot` o bajofondo y los modismos que lo desvirtúan y son tan comunes en el decir corriente, como 'salí`, 'andá`, etc., etc.

En estas palabras, quedaba del todo claro que la política lingüística implementada por el gobierno militar en la radiofonía tenía una orientación purista, que representaba el voseo como una forma incorrecta y un modismo que desvirtuaba el idioma castellano, colocado en un mismo nivel estigmatizado que el lunfardo, aludido en la referencia al "'argot` o bajofondo". La aceptación de que el voseo era de uso común ("tan comunes en el decir corriente") manifestaba, también, que esa política se enfrentaba abiertamente a prácticas lingüísticas consolidadas, por lo que era fuertemente represiva respecto de ellas.
La política lingüística del gobierno militar se insertó en el marco de una serie de medidas que compartían con ella una fuerte impronta represiva, como la creación de la Policía Federal para coordinar y reforzar la acción de los cuerpos policiales municipales o provinciales, una ola de arrestos de dirigentes y conocidos militantes del Partido Comunista y una embestida contra el sindicalismo, que se expresó, entre otros indicadores, en la disolución de la CGT nº 2, sector mayoritario de la Confederación General del Trabajo -dividida desde octubre de 1942- y apoyo sindical de la actividad política del Partido Socialista y del Partido Comunista.
El diario El Mundo, asociado desde 1935 con todas las publicaciones de la poderosa Editorial Haynes en la propiedad de Radio El Mundo, fue el único que se destacó por oponerse, aunque indirectamente, a la política lingüística adoptada por el nuevo régimen en la radiofonía, lo cual era comprensible dado que defendía los intereses de esa radio, que transmitía el exitoso programa "El hermano José", nombre de un personaje interpretado por el actor Pepe Arias que había popularizado el término "filipipón", explícitamente condenado por las autoridades militares.
El 15 de junio, El Mundo publicó un comentario firmado por "Vizconde de Lascano Tegui", titulado "Diccionario sobre pueblos vivos", que si bien no tematizaba explícitamente lo que estaba sucediendo en la radiofonía, formulaba una enérgica condena del academicismo y del purismo a favor de los usos lingüísticos argentinos, lo cual permitía que fuese leído entrelíneas como un cuestionamiento a las medidas sobre el idioma adoptadas por las autoridades militares. Por un lado, El Mundo designó al Diccionario de la Real Academia Española con expresiones axiológicas negativas: "el libraco que `limpia, fija y da esplendor', como grita en su cabecera", "una forma inquisitorial de un medioevo totalitario", "una guía vetusta e inactual" y "el mamotreto". Por otra parte, comparaba el idioma español correcto y castizo con el ramo de flores marchitas de un velorio:

Tal vez ese idioma español mal hablado de los argentinos sea, gracias a la energía y a la capacidad con que lo empleamos, el idioma de toda América. El otro, el bueno, el correcto, el castizo, se lo llevarán como un ramo de flores devitalizadas, en sus ataúdes forrados con raso blanco, las feas solteronas que la selección de la vida tumultuosa, bravía, enérgica, creadora habrá despedido a mejor vida.

El Mundo se oponía a quienes identificaban el español bueno y correcto con el español castizo, que quedaba asociado con las "flores devitalizadas", los "ataúdes" y las "feas solteronas" y funcionaba como una oposición de "la vida tumultuosa, bravía, enérgica, creadora". La valoración positiva de la urbe moderna, connotada en la mención a "la vida tumultuosa", era otro aspecto que diferenciaba a este diario de otros, que criticaron el cosmopolitismo de Buenos Aires cuando avalaron la política lingüística del gobierno militar en la radiofonía. Para apoyar el español hablado por los argentinos que no respondía a la norma peninsular, El Mundo empleó, asimismo, un argumento que remitía de modo intertextual a los debates universitarios del momento. En efecto, de la cita anterior se desprende que el diario planteaba la unidad lingüística del continente americano y entendía que era el español hablado por los argentinos, no el español castizo, el que podía aspirar a liderar esa unidad.
Pero El Mundo no se limitó a criticar implícitamente el academicismo y el purismo que inspiraban la política lingüística del régimen militar en la radiofonía, sino que promovió una medida específica que se enfrentaba a ella y que buscaba legitimar los usos lingüísticos de la Argentina: "Hay que preparar un diccionario argentino, catálogo de las voces que se emplean entre personas que usan la trama del idioma español". Éste debía ser un diccionario de usos que incorporara el habla real de los argentinos: "Por eso el tono aristocrático de los diccionarios debe cambiar democratizándose. Debe recoger y almacenar las voces del pueblo, estén o no pulidas por los literatos". Se trataba, en suma, de la promoción de un liberalismo político- lingüístico que se oponía de modo implícito al intervencionismo del gobierno militar sobre el uso del idioma en la radiofonía.
La política lingüística en la radiofonía del gobierno militar argentino surgido del golpe de Estado de 1943 se implementó en un contexto donde gran parte de la población era de origen inmigrante, aunque la llegada de extranjeros había mermado y había sido suplantada por un proceso de migración interna. Los inmigrantes de ultramar no eran muchos, pero venían con un peligro a cuestas, pues en su mayoría eran exiliados de las dictaduras europeas y varios de ellos fueron deportados por el régimen militar. En relación con la migración interna, se destacaba la constitución de un nuevo proletariado urbano que acompañó el crecimiento del sector industrial, con la consiguiente amenaza del conflicto de clases, agudizada hacia fines del gobierno de Castillo por la insatisfacción de la mayoría de las reivindicaciones obreras, el estancamiento de los salarios y una súbita alza de precios ocasionada por la carencia de ciertos productos importados y por la especulación realizada con artículos básicos.

La necesidad de controlar a aquellas masas migratorias, externas e internas, dio pie a la política lingüística fuertemente represiva implementada por el gobierno militar, que buscó a través de la radiofonía la homogeneización de la norma peninsular, que era la enseñada en la escuela. Esas condiciones sociales, asimismo, resultaron aptas para el retorno en 1943 de posiciones contrarias al cosmopolitismo, xenófobas y/o racistas, revitalizadas, en los diarios vinculados con la derecha nacionalista, por el antisemitismo y la adhesión a los regímenes fascistas europeos. En cuanto a los diarios portavoces de la derecha conservadora, La Prensa se distanció polémicamente de estas posiciones pero La Nación, aunque en parte y con moderación, fue permeable a ellas.
El caso argentino de 1943, la política lingüística se concreta en la interacción de intereses y posiciones de diversos participantes, que pueden asumir concepciones político-lingüísticas y papeles diferentes. Indagar cuánto y cómo influyeron los papeles desempeñados por la prensa escrita en la fiscalización del idioma a cargo del Consejo Supervisor de Radiocomunicaciones y cuáles fueron los otros participantes que intervinieron en el proceso político-lingüístico de 1943 se vislumbra como una tarea que complemente el estudio realizado
María Alejandra Vitale


Guerra de lenguajes. Prensa escrita y política lingüística en la radiofonía argentina: el caso de 1943
Instituto de Lingüística, Universidad de Buenos Aires
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