sábado, 10 de septiembre de 2011

De entretenimiento a lo social

Expresión social de la radio

Indudablemente la radio surgió bajo el impulso vital de una consigna de muchos que de un extremo a otro del mundo ansiaban la novedosa comunicación a distancia. La radiotelefonía demostró su valor y ventajas como medio de educación, comunicación y propaganda. Se advirtió simultáneamente, que la palabra hablada era en ciertos casos, más convincente que la escrita y que se integraba directamente en la mente de los oyentes.

Si resulta difícil ubicar con certeza las fechas históricas de ciertos acontecimientos que cambiaron el ritmo y el cariz de la vida de miles de personas, con el nacimiento de la "afición radiotelefónica" esa duda no existe: fue el 27 de agosto de 1920, en Buenos Aires.

No pareció ser más que un entretenimiento; un juego que utilizaba el invento de Guillermo Marconi para transmitir y recibir a través del éter las ondas hertzianas, pero el tiempo transformó el hobby de los llamados 'locos de las azoteas" en algo imprescindible en los hogares. Los receptores presidieron las mesas de muchas familias con su música, sus noticias, sus radioteatros, sus cómicos, sus partidos de fútbol y sus obras teatrales transmitidas directamente desde los escenarios porteños.

Tras el advenimiento de la radiotelefonía comercial la actividad radiofónica cobró creciente importancia y los acelerados progresos técnicos trajeron un marcado mejoramiento de las transmisiones, tanto en nitidez como en alcance. Surgieron entonces, programas de verdadera repercusión entre el público y ya para fines de la década del 20 y durante toda la siguiente, la radio alcanzó una popularidad inimaginable pocos años antes.

Las transmisiones comenzaban por la mañana y se prolongaban hasta pasada la medianoche en un permanente contacto con el oyente, a punto tal que hubo noticias y avisos comerciales que llegaron a ser arquetípicos, con una modificación en los usos y costumbres que afectó los hábitos personales e hizo que la gente se lavara los dientes tres veces por día con tal o cual dentífrico, o usara un jabón para la ropa; otro para higienizarse y un tercero en escamas para la ropa interior, recomendados por estrellas y astros del cine o bien por los propios locutores. Los niños, por su lado, debieron tomar su leche Toddy o Cocobay mientras escuchaban las aventuras de Tarzán.

Edgardo J. Rocca
Fragmento del artículo que fue publicado en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires”  (N° 9 y 10, Mayo y Julio de 2001, respectivamente), que autorizó su reproducción a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.


No hay comentarios:

Publicar un comentario