La palabra radiofónica
-Parte 1
Ninguno de los sistemas expresivos que constituyen el lenguaje radiofónico
es por sí mismo fundamental para la producción de sentido. Sin embargo, porque
es el instrumento habitual de expresión directa del pensamiento humano y
vehículo de nuestra socialización, la palabra es indispensable en el conjunto
del lenguaje radiofónico.
Es curioso escuchar cómo a veces se les adjudica a las obras-arquetipo que
han pasado a la historia de la memoria colectiva de la radio un valor singular
por su tratamiento experimental del sonido, la fuerza expresiva de los efectos
sonoros utilizados o el acierto en la selección y montaje de sus músicas. Y, paralelamente,
no se expresa igual entusiasmo en el recuerdo del gran esfuerzo creativo que
supuso en esas obras el trabajo con la palabra radiofónica. Como si lo auténticamente radiofónico, lo que
proporcionó la clave del éxito en la inteligente construcción narrativa de la
obra, fuera patrimonio de los sistemas expresivos de la música o de los efectos
sonoros.
Así es cómo nuestra memoria histórica recuerda, por ejemplo, legado de lo
que fue una auténtica creación radiofónica en el pasado, la trascendente emisión
de Orson Welles para la CBC La guerra de
los mundos, la noche del 30 de octubre de 1938. Algunos autores homenajean
el trabajo de Welles haciendo alusión a la riqueza expresiva de los efectos
sonoros en la descripción radiofónica de la invasión marciana, a partir del
aterrizaje de unas naves espaciales en una granja de Govers Mills, New Jersey.
Otros destacan el acierto de la inserción musical entre los distintos
noticiarios que hablaban de informes astronómicos sobre Marte o la pausa de
piano tras interrumpirse trágicamente la emisión en el momento en que el
reportero Carl Philips describía los movimientos de la “Cosa” después de
abandonar su cápsula espacial.
Sin quitarle ningún protagonismo ni méritos al trabajo realizado en el
montaje de los efectos sonoros, o al trabajo, breve pero significativo, de la
banda musical, la auténtica fuerza expresiva y creativa de La guerra de los mundos está en la palabra radiofónica y… en alguno
de sus silencios.
Orson Welles era un mago de la
palabra, transmutándose, a través de los perfiles polifacéticos de su voz, en
distintos personajes en sus distintas caracterizaciones para la radio
norteamericana de los años 30-40. Pero, sin embargo, algunos autores han
preferido identificar su trabajo creativo con sofisticados montajes
radiofónicos, ingeniosos efectos sonoros, o, como también ha sucedido con su
obra cinematográfica, recordando de Welles sus extravagantes encuadres de
cámara o su espléndido maquillaje en la representación del anciano Charles
Foster Kane (cuando sólo contaba veinticinco años); precisamente, y es toda una
paradoja, un film el de Ciudadano Kane
cuya continuidad narrativa viene generada por una única y hermosa palabra:
“Rosebud”.
La descripción del sistema expresivo de la palabra radiofónica no se agota
con la descripción lingüística de la palabra en los usos convencionales de la
comunicación interpersonal o de la comunicación escrita: la palabra radiofónica
no es solamente la palabra a través de la radio.
Armand Balsebre
(Fragmentos) El lenguaje radiofónico, Cátedra, 2000
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