viernes, 11 de octubre de 2013

La música en la radio


La música radiofónica



La percepción de las formas sonoras musicales constituye una multiplicidad de sensaciones. Como fuente de imágenes auditivas, el simbolismo de la música encuentra en la radio su auténtica caja de resonancia, su auténtico ámbito perceptivo: la música como todo arte, es bella porque logra evocar las imágenes que están dormidas en nosotros.
En los años 40, Adorno afirmaba que “la presencia de la música se había perdido para el oyente de radio, y con ella, una parte del hechizo del ‘aura’ de la música. También se había perdido el volumen real de la ejecución y el sentimiento de comunidad creado por el hecho de formar parte de una audiencia real”. Este pensamiento de Adorno un tanto apocalíptico tiene su parte de razón: en los años 40, la realidad espectacular de los medios audiovisuales no influía todavía, de manera tan hegemónica como ahora, sobre los hábitos cultural-perceptivos de las personas. La música no tenía casi razón de ser sin un espacio materialmente visual: la sala de conciertos. Y en ese contexto, la radio destruía el “espacio sinfónico” a cambio de un espacio no visual, y, por efecto de una rudimentaria tecnología, a cambio también de una ínfima presencia sonora. La revolución tecnológica de la reproducción sonora a partir de los 60 (desde la implantación generalizada de la modulación de frecuencia, la emisora de FM) y su producción multinacional (el disco) atenuarían la trascendencia de ese sentido fetichista y ritual de la comunicación visual-real de la sala de conciertos, exigiendo una nueva estética de la producción musical.
Si la música ha sido estudiada siempre como función artística, autónoma de otras artes, con independencia del sistema comunicativo que canalizase la transmisión de su información, todo estudio de la música radiofónica ha de tropezar necesariamente con alguna indefinición.
A pesar de que, potencialmente, la componente de originalidad de un mensaje musical puede ser casi ilimitada, estructuras particulares de género y códigos comunicativos delimitan el desequilibrio existente entre originalidad y previsibilidad, haciendo posible la construcción de la relación afectiva entre el oyente y el mensaje musical u objeto de percepción, como traducción de la función comunicativa y expresiva de la música. Tales estructuras modifican su aspecto significativo en relación también con las peculiares características del sistema semiótico que en cada caso, según sea el código expresivo de la realidad espectacular en que se representa (cine, radio, teatro…), actúa sobre la música imponiendo algunas “de/formaciones”. Surgen así, como géneros y códigos musicales distintos, l música cinematográfica, la música radiofónica, la música de ópera, etc. la estructura física del lenguaje musical es siempre la misma, pero el repertorio de influencias recíprocas entre código expresivo particular y música deriva en distintas funciones estético-comunicativas y en un conjunto de relaciones significativas diferenciado.
Aunque la “logosfera” de la radio contiene un universo más próximo y natural ―el universo de la palabra―, la música está considerada como la más pura personificación de la radio. Si los distintos soportes y medos de reproducción sonora han influido en los últimos treinta o cuarenta años en la concepción de un nuevo lenguaje musical, la radio ha sido la más beneficiada de estas influencias. Como lenguaje de imágenes sonoras, el lenguaje radiofónico ha reforzado el simbolismo del lenguaje musical. Y viceversa: a través de la música, el lenguaje radiofónico ha sabido expresar y comunicar a los oyentes el mayor caudal de imágenes auditivas posible: la radio como arte acústico puro está más íntimamente unida a la música que a ls otros artes acústicos como el cine o el teatro.
La tecnología de la “alta fidelidad” de la reproducción sonora atenúa hoy de tal manera el proceso de “de/formación” de la estructura original de una forma sonora que la expresión musical a través de la radio tropieza con muy pocas limitaciones técnicas.
El valor específico de la música en la radio, sin embargo, no hay que buscarlo en la mayor o menor adecuación de unos determinados géneros o estilos musicales a las características de la radio como medio de difusión. Hemos de integrar el valor simbólico y significativo de la música en el sistema semiótico del lenguaje radiofónico como un elemento expresivo más y analizar sus distintas manifestaciones.



Armand Balsebre


(Fragmentos) El lenguaje radiofónico, Cátedra, 2000

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